Elementos
discursivos
Objetividad
Cuanto
más desprovisto de carga subjetiva, más potencial de convencimiento
logra un texto. Se trata de hacer que el lector suponga que ha tenido
un encuentro genuino con una verdad objetiva ante la que no tendrá
más remedio que aceptar.
El
carácter objetivo se logra a partir de la descontextualización del
texto y, particularmente, despersonalización. El discurso académico
busca la descontextualización del texto para convertir su contenido
en una verdad científica con validez universal, y no sometido al
contexto. Montolío (2000, citada por Fernández, F.& Bressia,
R., 2009), señala los siguientes recursos lingüísticos que
manifiestan el carácter objetivo del texto:
Uso
de un léxico preciso y elaborado
Abstención
de la anteposición de adjetivos valorativos
Uso
de conjunciones subordinantes y, en general, de elementos que
expliciten las relaciones de significado que mantienen las oraciones
y las partes del texto entre sí.
Utilización
de un conjunto de mecanismos lingüísticos destinados a objetivar.
Dichas
técnicas o mecanismos, son esos elementos lingüísticos que
reflejan objetividad en el escrito, y básicamente son (coord.
Vázquez, G.; Castero, A.M.; Delbecque, N.; Goethals, P.; Laca, B.,
2001):
Sobre
la primera persona, el autor:
Es necesaria una referencia distanciada a uno mismo. Evitar el “yo”:
“como he argumentado”, “me ceñiré a “.
Sobre
la segunda persona, lector:
es necesario un tratamiento indirecto y distanciado del público.
Evitar el “tú”; en todo caso se referirá a “ustedes”:
“consideren ustedes un tema clásico.”
Sobre
la tercera persona, autores u otros actores enunciativos:
Se puede citar literalmente lo que dice a partir de dos puntos, o
mencionar a la persona en el texto, dependerá de lo que se busque
recuperar de estos actores: “Fernández establece su definición:”
“Psicólogos sostienen que la… ”; “Para Rivera los
gobiernos…”
Empleo
del plural:
el uso de “nosotros” puede servir para evitar el “yo”; en el
caso que sea necesario hacer implícito el sujeto, o que el autor se
asocie con otros actores enunciativos, “decimos” en lugar de
“digo”.
Empleo
de metonimia, o trasnominación:
es un fenómeno de cambio semántico por el cual se designa una cosa
o idea con el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación
semántica existente entre ambas.
Empleo
de construcciones reflexivas:
Se emplean tanto las pasivas como las impersonales; las primeras
tienen sujeto gramatical: “se refiere”, “según se expondrá”,
“se infiere que”.
Empleo
del infinitivo:
Este
recurso ayuda a evitar el uso de la primera persona: cabe +
infinitivo = cabría esperar una razón.
Argumentación
Otro
de los objetivos del texto académico es que, además de dar a
conocer los resultados de determinada investigación, te convenzan.
Se suele decir que el objetivo es convencer, cuando se utiliza sobre
todo la razón, y persuadir, cuando se trata de obtener su adhesión
con el sentimiento. El destinatario de la argumentación sirve de
elemento de regulación del discurso en la medida que no podemos
modificar su actitud sin conocer su posición y analizar sus
intereses.
De
acuerdo con Gutiérrez y Urquhart (2005), el esquema básico de la
argumentación sería:
Ejemplo:
Meta:
convencer a la niña que debe hacer la tarea temprano.
Tesis:
es necesario hacer la tarea temprano.
Razones:
así la niña no terminará haciendo la tarea a las diez de la noche
cuando esté muy cansada.
Entonces,
la argumentación es un proceso en el que un ponente tiene la meta de
que el auditorio acepte su tesis mediante el uso de razones.
Estrategias
argumentativas
El
escritor intenta convencer de que su postura respecto de algún tema
en particular es la más razonable, para lo cual puede utilizar
diferentes estrategias, de acuerdo con Clerici, C. (2013):
Planteamiento
de causas y consecuencias:
se plantean relaciones de razón-consecuencia entre ideas o hechos de
modo que su opinión aparezca como lógica conclusión y no como mero
punto de vista; los conectores que se utilizan para plantear
relaciones de este tipo son: por lo tanto, por eso, en consecuencia,
consecuentemente, dado que, en razón de que, porque, entre otros.
Analogía:
en los textos explicativos, la analogía sirve para aclarar algún
concepto al compararlo con otro similar conocido por el receptor.
Ejemplificación:
se vale de ejemplos para demostrar la validez de su afirmación.
Preguntas
retóricas:
el emisor puede formular preguntas retóricas que no se plantean
para ser respondidas, sino que ya tiene implícita la respuesta. Las
preguntas retóricas anticipan los posibles interrogantes que se
formularía el lector, y hacen que sea más fácil seguir el
desarrollo argumentativo.
Cita
de autoridad:
el término polifonía se utiliza para hacer referencia a todas las
formas en que interactúan distintas voces dentro de un mismo
enunciado. El emisor incluye una voz especializada o respetable que
se suma a su propia voz para defender su tesis.
Concesión:
el emisor puede incluir otras voces que se oponen a su tesis para
discutirlas, contradecirlas o descalificarlas. Los textos
argumentativos suelen incluir concesiones, es decir, reconocimientos
de ciertos puntos de vista del otro como válidos.
Intertextualidad
Es
necesaria una dosis de lectura antes de la escritura, ya que los
textos académicos toman como punto de partida investigaciones y
estudios ya publicados, ya sea para acordar o desestimar sus
posturas.
La
intertextualidad se entiende como la presencia, relaciones y
entramados que se tejen entre los textos y se encuentra
particularmente presente en el académico (aunque es rasgo común a
todo género discursivo). Por este motivo, “…el discurso
científico apela constantemente a la cita de autores, tanto para
adscribir a su orientación como para diferenciarse” (Ramírez
Gelbes, 2007).